
Sabe a algodón de azúcar, sabe a chocolate, abriga como cobija de polar... sabe a calidez, se siente dulce.
Es como estar en la cúspide de la gloria, con piochas y reconocimientos máximos. Es sentir cada vez el pecho más hinchado como paloma, de orgullo, de cariño, de seguridad.
Es un fuerte de esos que no se rompen, de esos de las películas de guerra donde el pueblo víctima siempre triunfa y los poderosos abusivos se devuelven con la cola entre las piernas o fallecen.
Es un fuerte abstracto, donde hago y deshago, donde no juego a ser sincera, me nace, donde no juego a ser feliz, lo soy, sin dudarlo. A veces pinta a ser burbuja, de esas que te aislan de la realidad y lo malo, los sufrimientos, pero te enseña, te hace fuerte, te da poderes para volar y enfrentar el mundo, temporales, lo oscuro, lo claro, la vida.
El fuerte, su gente, su esencia, es el máximo de felicidad, tranquilidad... paz. Lo único negativo de ese lugar es cuando hay que dejarlo para volar por cuenta propia, por ese motivo obligado que te asusta pero tiene que ser, que te pavimenta el camino al futuro, pero ahí está, el fuerte nunca se moverá, porque es eterno y todos los días a toda hora tengo un poquito de él en mi corazón, de su gente, es mi impulso, es mi motivo, fuente dulce fuente de energía. Querido fuerte, querido lugar, es un sueño, realidad, es amor. Es mi fuerte, es mi hogar, mi lugar, mi familia, mi vida.-
{P.A}
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