lunes, 27 de agosto de 2012

Confuso.-

¿Qué hay más confuso que la confusión? Yo creo que esas ganas de estar en la arena frente al mar y correr, arrancando al sol. Tienes una flor, pero falta el amor, tienes el amor pero falta la libertad. Amanece, atardece, todo en un instante, amanece, atardece, todo en un suspiro, un suspiro eterno. El sol brilla, la luna está llena pero aun así no hay equilibrio, el sol brilla, la luna está llena, por eso todo es oscuro y claro y retorna el sepia, las sonrisas en sepia, las sonrisas en la montaña y en la costa, en sepia con nostalgia y aquel son tarareado por silbidos ambiguos de fondo y las sonrisas se vuelven serias, en la cordillera y en la costa. Es la nada, no es un todo, es en el aire, en la brisa, esa que emigra como extranjero ilegal, esa que emigra como chileno exiliado. Es sonrisa, en las calles, en la ruta, en los recuerdos, en las historias inconclusas. ¿Dónde está el suspiro cuando se le piensa, donde está el lamento cuando se le ahuyenta? El suspiro recorre la calle, en las ideas, en la tranquilidad del espacio, en la ambigüedad del tiempo, en la inquietud del día. La sombra reparte alegría sin saber que alguien la espera a momentos. Lo sombrío opaca las historias y hay dos polos bien opuestos. El sol brilla, la luna está llena y la cuerda se jala por ambos lados, es cálido en el norte y en el sur y al centro hay un pozo de inseguridades, de pronto algo nada en fondo y un rayo de luz irrumpe la oscuridad, el pozo desaparece y el instante vuelve a la normalidad y ya no hay confusiones. Pasan los días, los corajes y los tormentos y renace el pozo del centro y retornan las preguntas sin respuestas y las respuestas sin preguntas y vuela un pajarito confuso por el viento y la brisa. {P.A}

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