sábado, 1 de septiembre de 2012

Serenidad.-

Se repite esa sensación, de cuando sabes que estás pisando lodo pero no mueves el pie para que no se hunda, lo dejas, tranquilo, sereno y de pronto, inconscientemente, comienzas a pisar con más y más fuerza, como si aquel fuera el sendero, tomas la conciencia del momento y te das cuenta que después de todo, el pie ya está sereno, sólo que esta en el fondo, allá abajo, pero está sereno. Y pronto, el pie se da cuenta, ahora entiende el sentido, el sonido, comprende que no es culpable, no hay culpable, simplemente sucedió que el sol brilló un poco menos ayer y la naturaleza avasalladora arrancó algunas flores y escupió tormentas, temblores. La serenidad de los pasos, de la naturaleza, de la conciencia, sólo crece y se planta en tu corazón cuando enfrentas lo avasallador y te paras y dices que no se necesitan sombras, solo la tuya, para escalar, para subir y alcanzar la cima, la serenidad se estaciona en tu corazón cuando los nudos comienzan a resbalar y los pasos son más livianos, más sanos. Y es en ese momento, en ese preciso momento, cuando te sorprendes de ti y de tu capacidad para generar ideas y viajar en el tiempo, en los momentos y disfrutas, porque la serenidad nada por tus pupilas y las realidad es nítida, con sombras o sin ellas.- {P.A}

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