jueves, 9 de septiembre de 2010

Sentimiento ennudecido.-


Sentimiento ennudecido.-
Perdido en nudos atados dentro de la garganta, como un náufrago en una isla hundida en el centro del Atlántico, perdido se encuentra ese sentimiento que congela la sangre que camina danzando al son de una música, freak pero interesante y pegajosa, hacia la maza roja de tu pecho.
Sentimiento ajeno, sentimiento sin dueño, sentimiento egoísta que lucha por su existencia sin pensar en el alma que lo contiene ni en el cuerpo que lo sostiene y lo acoge, sin reproche, generando angustia, temor y desconcierto, desconcierto siniestro que transforma tus pensamientos en vaivén, vaivén agridulce que comienza sabiendo a fresas y culmina en la punta de tu lengua vestido de jengibre.
Los nudos no son parientes de esos que atan tu calzado cubre cansancio, es más bien del tipo inmigrante, de tierras lejanas que nada conocen de tradiciones de la zona y que traen su espalda cargada con equipaje dispar y contradictorio, duro pero brillante con aire de nácar y un toque de barniz.
La garganta comienza a ser una cueva oscura que no es capaz de controlar el ingreso de suciedades que la atragantan y anhelan salir por tus ojos, dilatando tus pupilas oscuras, esas que han mirado amigos y decepciones, aventuras y sonrisas, esas que se detienen en los monosílabos de un bebé o en una canción mística de bufones y tiempo.
Nudo ahogado por sentimiento ajeno que aparenta ser sereno pero que sigue congelando tu sangre, congelando las lágrimas saladas de un mar que nunca dejó de avanzar pero que se hizo invisible para dejar de soñar y comenzar a ser real en cuanto a fines.